Los términos autismo y TEA se refieren a un grupo de trastornos complejos del neurodesarrollo que se caracterizan por dificultades en la interacción social, incluyendo la comunicación verbal y no verbal, los comportamientos repetitivos y los intereses y actividades de carácter estereotipado3,4. El término TEA significa que el autismo es un trastorno del espectro, lo que significa que el comienzo y la naturaleza de los signos y los síntomas varían entre las personas y pueden ir de leves a graves.
El TEA se puede clasificar en 3 tipos3,5:
• Trastorno autista (en ocasiones denominado autismo clásico).
• Síndrome de Asperger (también denominado trastorno de Asperger).
• Trastorno generalizado del desarrollo no especificado (PDD-NOS, pervasive developmental disorder not otherwise specified), también denominado autismo atípico. El diagnóstico de PDD-NOS se suele establecer en los niños que cumplen algunos criterios del trastorno autista o del síndrome de Asperger, pero no todos6,7.
Muchas personas en las que se establece un diagnóstico de TEA muestran problemas intelectuales o cognitivos, dificultades con la coordinación motora, trastorno por déficit de atención con hiperactividad y alteraciones del sueño; sin embargo, otras tienen mucho talento y destacan en ciertas áreas del aprendizaje. En el recuadro Comparación de los trastornos del espectro del autismo hay más información acerca de los 3 tipos del TEA.
Las definiciones actuales del TEA están fundamentadas en la cuarta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV-TR, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 4th ed., text revision) publicado por la American Psychiatric Association. En mayo de 2013 se publicó la quinta edición de esta obra5,8. Las definiciones del TEA podrían ser revisadas en función de los nuevos criterios diagnósticos.
¿Por qué se ha incrementado la prevalencia del TEA?
A pesar de que actualmente el diagnóstico de TEA se establece en más niños que nunca, no sabemos con precisión si ello se debe realmente a un aumento en la prevalencia de estos problemas o a una ampliación de la definición de los TEA, con modificación de los criterios diagnósticos y con una concienciación mayor respecto a estos trastornos. No podemos descartar un aumento real en el número de niños que presentan TEA, pero parte del incremento de la prevalencia refleja los cambios introducidos por los criterios del DSM-IV-TR en la forma con la que se evalúan y diagnostican los TEA6.
A medida que se ha incrementado la incidencia del autismo se ha reducido la incidencia de los diagnósticos de discapacidad del aprendizaje e intelectual9. Coo et al observaron que la tercera parte del incremento en la prevalencia del autismo se podía atribuir a una modificación en muchos diagnósticos que se establecen en los niños en edad escolar, con aplicación del diagnóstico de autismo a otros problemas educativos especiales10.
Otro factor que ha contribuido al aumento en la incidencia de los TEA es el hecho de que el gobierno federal protegió la discapacidad asociada al autismo en la ley Individuals with Disabilities Education Act de 1990. Por primera vez se diseñaron servicios específicos para los pacientes con TEA9, lo que hizo que muchos progenitores solicitaran un diagnóstico apropiado de autismo en sus hijos.
Determinación de las causas
Se han propuesto muchas teorías respecto a las causas de los TEA, pero aún no hay una explicación detallada acerca del origen de estos trastornos. Una controvertida teoría que ponía en relación el autismo con la vacuna frente al sarampión, la parotiditis y la rubéola (MMR, measles, mumps, and rubella) se demostró que era falsa en última instancia. Tras una serie de avatares se demostró que la investigación que supuestamente apoyaba esta teoría y que fue publicada originalmente en 1998 en la revista de medicina británica The Lancet era fraudulenta. En 2010, The Lancet publicó un artículo de retracto y al investigador principal del estudio señalado se le retiró la autorización para el ejercicio profesional de la medicina. Hay más detalles de ello en el recuadro La controversia relativa a la vacuna MMR11–16.
La American Academy of Pediatrics (AAP) ha elaborado un resumen de 41 estudios en los que se demuestra que no hay ninguna asociación entre la vacuna MMR y los TEA15. No obstante, a consecuencia de los errores de concepto generados por la controversia relativa a la investigación sobre la vacuna MMR, muchas personas de la calle consideran todavía que dicha vacuna se asocia a los TEA. Una consecuencia devastadora de esta falsa creencia es el hecho de que muchos progenitores han rechazado la vacunación de sus hijos. La aparición de brotes importantes de sarampión en Gran Bretaña, Suiza, Israel e Italia se ha puesto en relación con el temor de los progenitores respecto a la vacuna MMR. En Estados Unidos hubo más casos de sarampión durante los 7 primeros meses de 2008 que en cualquier año desde 1996 debido a que los padres rechazaron la vacunación de sus hijos con la vacuna MMR9.
Otra teoría que no llegó a quedar adecuadamente demostrada es la que relacionaba el aumento en la incidencia del autismo con el timerosal, un conservante que se utilizaba antiguamente en las vacunas. Sin embargo, Price et al observaron que realmente no se producía un incremento del riesgo de autismo en los niños que recibían vacunas con este conservante17. En los informes octavo y final del Institute of Medicine’s Immunization Safety Review Committee, respecto a la posible relación entre las vacunas y el autismo, se señaló que “la evidencia apoya la inexistencia de una relación causal entre las vacunas con timerosal y el autismo”.
En el momento presente, ya no se utiliza timerosal en ninguna vacuna infantil, aunque se sigue usando como conservante en los viales multidosis de la vacuna contra la gripe. Un aspecto interesante a este respecto es el hecho de que la vacuna MMR nunca se elaboró con timerosal.